De Melbourne a Sydney (IV): Lo increible de Batemans Bay

Batemans Bay

Batemans Bay

Aquella mañana hacia bastante frío a pesar de que el sol brillaba fuerte en el horizonte. Teníamos preparada una jornada que podríamos llamar de transición. El plan era ir hasta Batesman Bay, que se encuentra a unos 600 km de Lakes Entrance.

Carretera y manta

Nos lo tomamos con calma mientras nos preparábamos para salir. Últimos preparativos y a las 10 am en punto dejábamos el solitario hostal que nos había servido de refugio durante dos noches.

Batemans Bay

Mogareeka

La carretera zigzaguea cerca de la costa y a través de densos bosques de eucaliptos alternados por verdes prados repletos de tranquilas vacas pastando. Algunos pequeños pueblos costeros ahora desiertos por ser temporada baja y poco más. Pusimos la directa sin detenernos hasta la hora de comer. El lugar elegido fue un área de descanso en la desembocadura del rio Bega en Mogareeka. Para llegar allí tomamos la ruta turística (Tourist Drive 9). Total, como íbamos con tiempo, nos merecía la pena disfrutar de las vistas.

Llegada a Batemans Bay

Llegamos a Batesman Bay y lo primero que hicimos fue buscar el hostal. En esta época del año (finales de Mayo) hay tan poco volumen de viajeros en esta zona que las recepciones de muchos hostales cierran muy temprano, así que había que apresurarse.

Aquel YHA no es nada del otro mundo. Se trata de un parque de caravanas con cabinas sencillas y un bloque con dormitorios y cocina para mochileros. Lo indispensable. AUS 27 en dormitorio de cuatro y AUS 25 en el de seis.

Batemans Bay

Puesta de sol en Batemans Bay

Pescando «sorpresas»

Como aún teníamos luz nos fuimos hasta un espigón en la costa justo detrás de la biblioteca. Allí montamos un par de líneas para pescar desde la orilla. El aparejo era de lo más simple: hilo de pescar, un anzuelo mediano, un plomo y una botella de plástico.

Cogimos el cebo directamente de las rocas. No sabíamos si aquellos moluscos serian del agrado de los peces del lugar pero había que probarlo así porque era tarde y no pudimos comprar cebo en condiciones.

Al disponernos a echar al agua nuestra improvisada caña, ¡SORPRESA! Un suspiro de terror escapó de la boca de Paula al ver a escasos centímetros de nosotros… ¡una manta raya! La verdad que se te crea ese vacío en el estómago que dura una micra de segundo y que es fruto de la respuesta de nuestro cuerpo ante un estímulo desconocido. En ese instante nuestros organismos se preparan intuitivamente para afrontar el posible peligro o huir.

Batemans Bay

Manta raya

Por suerte, de la sorpresa se pasa al alivio, y del alivio… ¡a la felicidad suprema de haber capturado un nuevo pokemon! (frikada de Dani), y todo lo que puedes hacer es disfrutar del momento e inmortalizarlo con tu cámara.

Paula se subió a lo más alto del espigón para prevenir. Nunca que sabe lo que puede pasar en la orilla del mar… ¿un terremoto, un tsunami, un tiburón, una manta raya…?? Demasiados peligros acechan la costa. ¿Verdad Paula?

La pesca fue mal. No sacábamos más que algas y el sol se había puesto. Y es que al parecer los peces no ven el cebo de noche. Pues resulta que escucho esto de boca de Thibaut, nuestro compi de viaje, y me imagino a los peces topando con los mejillones o los cangrejos… ¿¡Pero una linterna no nos valdrá oiga!? Pues va a ser que no.

Mientras hacíamos los últimos intentos de pescar nuestra cena, alzamos la vista al cielo y entre las últimas luces del día vimos una de las imágenes más estremecedoras de nuestras vidas. Sobre nuestras cabezas un manto de aves o lo que quiera que fuera aquello cubrió el cielo por todas partes durante más de media hora como si de una masiva peregrinación se tratase. Concluimos que debían de ser murciélagos por eso de salir de noche… pero aquellos murciélagos se veían enormes. ¿Serian de verdad murciélagos?

Batemans Bay

Gaviotas en Batemans Bay

¿Pero que era aquello?

De vuelta al hostal preguntándonos qué tipo de catástrofe se nos venía encima, consultamos las últimas noticias relacionadas con murciélagos en Batemans Bay. Resulta que desde hace 6 años una numerosa colonia de cientos de miles de murciélagos zorro se ha establecido en la zona y está causando estragos. Se habla de plaga. A nosotros nos pareció que venía el apocalipsis.

Pasamos el resto de la tarde descansando en el hostal. Teníamos previsto un programa de actividades cargadito que cumplir a la mañana siguiente.

Al final, el día de transición se había convertido en una jornada cargada de emociones. Seguramente no lo olvidaremos si Mr. Alzheimer nos respeta, y estoy convencido de que formara parte de nuestras anécdotas de viaje. Desde ahora Batemans Bay será cariñosamente para nosotros “Batman Bay” (la Bahia del Hombre Murciélago).

¡Hasta la próxima entrada ruteros!

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3 comentarios en «De Melbourne a Sydney (IV): Lo increible de Batemans Bay»

    1. Daniel Barcelona Autor

      Muchas gracias por el comentario! La verdad que Australia es increible. Nos hubiera gustado pasar mas tiempo por allí, ya que solo pudimos explorar una de las esquinas 🙂

  1. Pingback: De Melbourne a Sydney (VII): Por fin estamos en Sydney |

Me encantan los comentarios! Anda, déjame uno! :)

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