Diez años de Nos vamos de rutica
A veces no necesitamos introducción. Han pasado 10 años desde las primeras palabras que plasmé aquí. Mi pequeño diario viajero, el comienzo de una gran aventura que empezó con el sueño de dar la vuelta al mundo. ¿Cómo debíamos llamar a esta bitácora? Recuerdo claramente el momento en que, jugando con palabras, dimos con «Nos vamos de rutica», un título que representaba perfectamente a Dani y a mí, mi copiloto en aquellas batallas de 2014.
Diez años… Parece que fue ayer cuando me despedía de la rutina y daba un salto al vacío, sin más compañía que mis sueños y una maleta cargada de ilusiones. El tiempo ha pasado rápido, pero cada uno de esos años ha dejado una huella imborrable en mi alma. Cada kilómetro recorrido, cada rostro desconocido que se convirtió en amigo, cada paso en tierras lejanas, ha moldeado la persona que soy hoy.
Aún recuerdo la emoción, el miedo de tomar aquella gran decisión de dejarlo todo para ser libres. Nunca me he sentido tan libre como en ese viaje que cambió mi manera de ver la vida.
Recuerdo también a Javier, un gran viajero, quien me dijo que nunca había conocido a una viajera como yo. Aunque él había visitado tres veces más países que yo, nunca había logrado desconectarse completamente de su vida en casa, en España. Siempre tenía en mente las cuentas que pagar, la membresía del gimnasio que ya había pagado, o la comida familiar del primer domingo de mes. A pesar de estar en el rincón más remoto del mundo, sabía que tenía un billete de vuelta.
En cambio, yo dejé todo atrás. Cerré la puerta de mi casa de alquiler en la calle XXX de mi querido Windsor. Aún hoy, necesito mi dosis de Inglaterra, de ese frío y lluvia que cala los huesos y me recuerda cuánto aprendí allí. Me aventuré a lo desconocido.
No todo ha sido fácil. Ha habido momentos de soledad en los que el silencio se volvía ensordecedor, días en los que la incertidumbre me pesaba más que la mochila. Pero cada obstáculo superado me ha enseñado a valorar la libertad que elegí, a entender que la verdadera riqueza no está en lo material, sino en las experiencias vividas y en las historias que uno se lleva consigo.
Si miro hacia atrás, siempre vuelvo al mismo comienzo: el día que llegué a Reino Unido con una maleta llena de ilusiones y mucha incertidumbre. Ahí es donde todo empezó, donde la magia se creó y donde crecí como persona.
A mi yo de ayer, ¡qué bien lo hiciste! Te admiro.
Diez años después, trato de mantener a flote este pequeño blog. A veces con alegría, otras con pesadez. Y es que cómo ha cambiado la forma de comunicar, de emocionar y entretener al público.
Lo que empezó como un diario, se convirtió en un lugar práctico para consultar información interesante para el viajero. Luego, hubo un batiburrillo de historias de amor hacia los viajes y un poco de píldoras para atrapar a un lector cada vez más exigente.
Si esta vieja máquina sigue en pie, es para dar vida a lo que soy: una romántica de pies a cabeza, enamorada de los viajes y de los suyos. Una poeta y filósofa de la vida. Un chiste, un sarcasmo, y un dulce tango en el bulevar.
Y a ti, que has seguido mis pasos a través de estas líneas, te doy las gracias. Por estar ahí, por hacer de este espacio un refugio para las palabras que a veces me cuesta pronunciar en voz alta. Tu presencia ha sido un recordatorio de que no viajo sola, de que cada historia compartida tiene un eco en el corazón de alguien más. Que este rincón siga siendo nuestro punto de encuentro, un lugar donde la pasión por los viajes y el amor por la vida se encuentren siempre.
Diez años, mon amour…
Tengo dos deseos: viajar con mi peque todo lo que pueda. Ya me pide, a sus tres años, que cuándo volveremos a subir a un avión. ¡Ay, mi gran aventurero! Y también volver a viajar sola. Necesito hacer un tour por las grandes capitales europeas, probar nuevos cafés, visitar las tiendas más bonitas de cada ciudad, pasear por sus grandes avenidas, vivir sus vidas. Me lo debo.
Mirando hacia el horizonte, me doy cuenta de que aún hay tantos caminos por recorrer, tantos sueños por alcanzar. Este blog, que ha sido mi compañero fiel durante una década, seguirá evolucionando, así como yo sigo aprendiendo y creciendo. ¿Qué nos deparará el futuro? No lo sé, pero lo afronto con la misma ilusión que me llevó a escribir mis primeras palabras aquí. Con la certeza de que, mientras haya un corazón dispuesto a latir por la aventura, las historias seguirán brotando como flores en primavera.
No sé qué será de «Nos vamos de rutica», pero espero seguir contando todas estas historias mil años más. Y que tú, mi querido/a lector/a, tengas un huequito para seguir llenándote de amor. Porque eso es lo único que quiero: AMOR.
«quédate con quien quiera crear historias junto a ti y créalas»
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